Me consta que tus hijos Boris y Yuri
están en tratos con M Guinnes
para que dé fe de mi liderazgo
en la confección de zumos de naranja
y desayunos contundentes,
cuatro y el mío, cinco.
La casa ha devenido pues
en una instalación de amor,
Cupido, certero,
y Venus, abundante.
Me he permitido la libertad de reproducir aqui este texto y contaros su historia. Espero no ofender al autor, de ser así, de dar con este texto y sentirse molesto, bastaría con ponerse en contacto conmigo para eliminarlo en el acto. Si existe una ley no escrita debería ser la de ser respetuoso con las pruebas del amor ajeno. Queda dicho pues.
Desde hace veinte años el autor de estas palabras publica una esquela en El País por estas fechas. Año tras año y tras la muerte de la que fue su compañera. En ellas siempre da cuenta de la vida cotidiana con sus hijos y sin ella -cómo nos va desde que tú ya no- en un tono que desprende sonrisas y amor, nostalgia pero no tristeza y un dar cuentas del día a día con la extrañeza de su falta pero humor. Esa singular contradicción que se produce en la cabeza y en el corazón al trascurrir el tiempo de nuestros muertos, que aleja el dolor y la pena pero nunca el amor que sentimos por ellos. Intacto porque se pierden las pequeñas afrentas que producen los días, si las hubo, y permanece sólo el sentimiento. El mismo que te hace esponjar al pensar en ellos y ensancha el presente: ahora, en él cabes tú y los que se fueron.
De muertes de seres queridos y jóvenes sé más de lo que me hubiera gustado saber, de lo que por lógica biológica -de existir eso que nanay pero mira qué empeño ponemos en creerlo, incluso yo después de lo aprendido- me correspondería. Así que el año que me encuentro con esta esquela no puedo evitar sonreir y recordar que la primavera sigue, también para mis muertos porque su pertenencia va conmigo y ya me ocupo yo de que les llegue. Es, tal vez, una resurrección chiquita, como de andar por casa o enlatada, qué queréis, pero ahí está y es mía. Momentánea y llena.
¡Feliz primavera a todos!
Imagen cortesía y regalo de J. G. Mora
Imagen cortesía y regalo de J. G. Mora